El uso de drones recreativos se ha disparado en los últimos años, y especialmente en verano muchas personas aprovechan para pilotar drones en sus viajes, playas o eventos al aire libre. Este auge ha llevado a una normativa más estricta y a la aparición de seguros para drones específicos. Hoy día, la legislación vigente obliga a contratar un seguro de responsabilidad civil para casi cualquier dron, tanto en uso profesional como recreativo. Según la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) y la normativa europea aplicable, todos los operadores deben disponer de una póliza que cubra los daños a terceros que pueda ocasionar el dron en caso de accidente. La única excepción son los drones muy pequeños: por ejemplo, un dron de menos de 250 gramos no requiere seguro obligatorio para uso lúdico, aunque siempre es recomendable contar con uno igualmente dado que el piloto será responsable de cualquier perjuicio que cause.
Coberturas y protección: más allá de la responsabilidad civil
El seguro obligatorio de drones se centra en la responsabilidad civil aeronáutica, cubriendo los daños personales o materiales a terceros durante el vuelo. Las coberturas mínimas exigidas varían según el peso del aparato: para drones de hasta 20 kg (la mayoría de recreo) la ley española fija una cobertura no inferior a 220.000 Derechos Especiales de Giro (DEG) –una unidad monetaria equivalente a unos 250.000 €– conforme al Real Decreto 37/2001. Para drones más pesados o de uso comercial, se aplican cuantías mayores (por ejemplo 750.000 DEG mínimo, según el Reglamento CE 785/2004, para drones de hasta 500 kg). En la práctica, esto significa que incluso el aficionado que vuela un dron de tamaño medio debe tener un seguro que cubra cientos de miles de euros en posibles daños.
Además de la cobertura a terceros, muchas aseguradoras ofrecen coberturas adicionales para proteger la propia aeronave y su operador. Por ejemplo, se puede contratar seguro de daños del dron (cubriendo roturas por choque, caída al agua, etc.), robo del dispositivo, e incluso cobertura de accidentes personales del piloto. Estas coberturas voluntarias cobran especial importancia en verano, cuando los drones recreativos se utilizan frecuentemente en entornos concurridos (playas, montañas, festivales) y pueden estar expuestos a percances. La normativa de uso también debe respetarse: incluso con seguro, el piloto recreativo debe volar en zonas permitidas, a distancias prudenciales de personas y propiedades, y nunca sobre aglomeraciones o espacios prohibidos (aeropuertos, áreas urbanas no autorizadas, etc.). Incumplir la normativa puede conllevar sanciones y, además, las pólizas podrían excluir siniestros ocurridos durante maniobras ilegales o negligentes.
Tendencias de verano y consejos para pilotos de dron
En la época estival vemos un incremento de vuelos recreativos de dron para fotografía aérea de paisajes, grabación de deportes acuáticos o simplemente por entretenimiento tecnológico. Este auge veraniego trae consigo también una creciente concienciación sobre los riesgos: desde choques accidentales que causen lesiones a bañistas, hasta incendios provocados por el mal uso de baterías en días calurosos. Los expertos recomiendan a los pilotos ocasionales formarse en pilotaje básico y seguridad, revisar el buen estado del dron antes de cada vuelo (batería, hélices, calibración) y, por supuesto, mantener vigente el seguro. En caso de incidente, el seguro de responsabilidad civil se hará cargo de indemnizar a los afectados, evitando que el piloto tenga que afrontar personalmente costes que pueden ser elevados. En resumen, los seguros para drones recreativos aportan tranquilidad para disfrutar de esta afición veraniega con responsabilidad: protegen al piloto frente a reclamaciones y garantizan a terceros una compensación si algo sale mal. Volar un dron en vacaciones puede ser una experiencia magnífica, y con la cobertura adecuada lo será con la máxima seguridad jurídica y económica.